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- Out 5, 2021
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Egipto e Irán rechazan el ‘Partido del Orgullo’ del Mundial en Seattle
Las federaciones de Egipto e Irán han protestado ante la FIFA por la decisión del comité local de Seattle de convertir su choque del 26 de junio en el Lumen Field en un “Partido del Orgullo” LGBTQ+, una designación que choca con las leyes que criminalizan la homosexualidad en ambos países y que reabre el debate sobre hasta dónde llega la neutralidad del fútbol en cuestiones de derechos humanos
El calendario del Mundial de 2026 fijó a Egipto y Irán en el mismo Grupo G, pero ha sido Seattle quien ha encendido el foco político del torneo. Mucho antes del sorteo, el comité organizador local decidió que el partido que cerrará la fase de grupos en la ciudad se vincularía al fin de semana del Orgullo y se presentaría como “Pride Match”, una cita simbólica en una urbe que presume de diversidad. Tras conocerse que el duelo del 26 de junio de 2026 en el Lumen Field enfrentará precisamente a dos selecciones cuyos Estados persiguen las relaciones entre personas del mismo sexo,
las federaciones han pasado al ataque, han enviado cartas formales y han invocado el artículo de neutralidad de la FIFA
Un partido marcado por el calendario y por las leyes
El Egipto–Irán pertenece al Grupo G del Mundial 2026, que comparte con Bélgica y Nueva Zelanda. El encuentro está programado para el 26 de junio en el Lumen Field de Seattle, último día de competición del grupo y en plena recta final del calendario de la sede, que también acogerá otros tres partidos de primera fase y dos cruces de eliminatorias.
Seattle decidió hace meses que ese día sería su gran “Pride Match”, una especie de paraguas para concentrar actividades vinculadas al Orgullo LGBTQ+ en torno al fútbol: fan fest temático, acciones con colectivos locales y una narrativa de inclusión que conecta con el fin de semana oficial del Orgullo en la ciudad y con la proximidad del aniversario de los disturbios de Stonewall, uno de los hitos de la lucha por los derechos LGTBQ+.
El contraste con la realidad jurídica de los países implicados es frontal. En Irán, las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo están penadas en el Código Penal islámico y pueden acarrear la pena de muerte, junto con castigos como latigazos o largas condenas de prisión. En Egipto, la homosexualidad no aparece como delito específico, pero se castiga de facto mediante leyes de “indecencia” y “libertinaje” que permiten condenas de hasta tres años de cárcel, más multas, contra personas percibidas como parte del colectivo.
La ofensiva de Egipto e Irán: cartas, quejas y apelación a la neutralidad
La Asociación Egipcia de Fútbol remitió este lunes una carta al secretario general de la FIFA, Mattias Grafström, en la que rechaza “en términos absolutos” cualquier actividad vinculada al Orgullo en torno al partido ante Irán. El organismo sostiene que esa narrativa “entra en conflicto directo con los valores culturales, religiosos y sociales” de ambos países y pide que el duelo se centre únicamente en el aspecto deportivo.
El presidente de la Federación de Fútbol de Irán, Mehdi Taj, ha ido un paso más allá en sus declaraciones. Ha calificado la designación como una decisión “irracional” que, a su juicio, “favorece a un grupo concreto” y convierte el partido en un gesto ideológico. Taj ha confirmado que las dos federaciones han elevado su protesta a la FIFA y que planean plantear el asunto en la próxima reunión del Consejo del organismo, donde se deciden cuestiones de competición y protocolo a nivel mundial.
Tanto Egipto como Irán citan el Artículo 4 de los Estatutos de la FIFA, que exige neutralidad en asuntos políticos y sociales y prohíbe la discriminación por motivos de orientación sexual, religión o ideología. Su tesis es que vincular oficialmente un partido del Mundial a una causa determinada, aunque sea de derechos humanos, rompe esa neutralidad y genera un precedente que podría utilizarse en otros contextos con causas muy distintas.
Seattle mantiene el ‘Pride Match’: “Todas las personas son bienvenidas”
Frente a las presiones de las federaciones, el Comité Asesor del Partido del Orgullo de Seattle se mantiene firme. Desde el comité insisten en que la designación es una iniciativa local, ligada a los eventos del Orgullo en la ciudad y diseñada mucho antes de conocer que el duelo enfrentaría a Egipto e Irán, por lo que no se trata de una respuesta específica a la presencia de estos países en el grupo.
En declaraciones a medios especializados en deporte y diversidad, un portavoz del comité ha subrayado que el objetivo del Pride Match es “celebrar y realzar” los eventos del Orgullo en Seattle y en todo Estados Unidos, y que el plan no se modificará. Uno de los miembros del comité, Eric Wahl, ha sintetizado la posición local con un mensaje que ya circula en las redes: “Todas las personas son bienvenidas a ser ellas mismas en Seattle”.
La portavoz del comité organizador local del Mundial en Seattle, Hannah Tadesse, ha remarcado además un matiz jurídico clave: el comité no tiene competencias dentro del estadio ni sobre lo que ocurra en el terreno de juego. Toda la regulación de mensajes, símbolos y protocolos dentro del Lumen Field corresponde a la FIFA y a sus reglamentos de competición. La iniciativa del Pride Match se limita a la ciudad, las fan zones y las actividades paralelas, lo que deja la pelota en el tejado de Zúrich a la hora de decidir si permite o no referencias al Orgullo dentro del recinto.
Una FIFA entre dos fuegos: precedentes de Qatar y presión de derechos humanos
Hasta ahora, la FIFA no ha emitido una respuesta pública a las quejas de Egipto e Irán. El silencio contrasta con la rapidez con la que el organismo intervino en el Mundial de 2022 en Qatar, cuando frenó el uso del brazalete “OneLove” por parte de los capitanes europeos e invocó la necesidad de respetar la cultura del país anfitrión. Aquella decisión fue interpretada por organizaciones de derechos humanos y por parte de la opinión pública como una cesión ante un Estado que criminaliza las relaciones entre personas del mismo sexo.
En Estados Unidos la situación es distinta. El país no solo reconoce derechos al colectivo LGBTQ+, sino que permite que ciudades como Seattle articulen grandes eventos en torno al Orgullo. Esa realidad provoca que el discurso de “respeto a las culturas locales” pueda leerse ahora en sentido inverso: para los organizadores de la sede, retirar la etiqueta de Pride Match sería ignorar la identidad de una ciudad que se define como espacio seguro para las minorías sexuales.
En paralelo, varias ONG y grupos de presión que vigilan la preparación del Mundial 2026 ya habían pedido a la FIFA que garantice una política coherente en materia de derechos humanos, precisamente para evitar acusaciones de doble rasero entre sedes como Qatar y ciudades norteamericanas con legislación muy diferente sobre diversidad sexual.
Derechos LGBTQ+ en juego: del césped a las gradas
Más allá del simbolismo del Pride Match, el choque Egipto–Irán en Seattle vuelve a poner el foco en la seguridad de aficionados y aficionadas LGBTQ+ que viajen al Mundial. Aunque los partidos del grupo se disputan en países donde la homosexualidad no se castiga penalmente, parte de las aficiones procede de Estados con legislaciones muy restrictivas. En el caso de Irán la ley contempla la pena de muerte para determinadas conductas, mientras que en Egipto se han documentado redadas, detenciones y juicios bajo leyes de “libertinaje” contra personas sospechosas de formar parte del colectivo.
Estas circunstancias llevan años preocupando a federaciones, embajadas y grupos de seguidores. Para las organizaciones de derechos humanos, el Pride Match supone una oportunidad para visibilizar esa realidad en un escenario global y recordar que la seguridad de las personas LGBTQ+ no se limita al perímetro del estadio. Para los gobiernos de Egipto e Irán, en cambio, el riesgo está en la apariencia de legitimación de una causa que sus propias leyes consideran delito.
De la gestión de este partido dependerá también el mensaje que la FIFA envíe a futuros torneos sobre la relación entre fútbol y diversidad. Si avala sin matices actividades vinculadas al Orgullo en las sedes que las impulsen, se alineará con una parte de la comunidad internacional que concibe el deporte como altavoz de los derechos humanos. Si restringe o condiciona el Pride Match, reforzará la idea de que la prioridad pasa por evitar roces diplomáticos con Estados que penalizan la homosexualidad y otras formas de disidencia sexual.
Estrella Digital
Las federaciones de Egipto e Irán han protestado ante la FIFA por la decisión del comité local de Seattle de convertir su choque del 26 de junio en el Lumen Field en un “Partido del Orgullo” LGBTQ+, una designación que choca con las leyes que criminalizan la homosexualidad en ambos países y que reabre el debate sobre hasta dónde llega la neutralidad del fútbol en cuestiones de derechos humanos
El calendario del Mundial de 2026 fijó a Egipto y Irán en el mismo Grupo G, pero ha sido Seattle quien ha encendido el foco político del torneo. Mucho antes del sorteo, el comité organizador local decidió que el partido que cerrará la fase de grupos en la ciudad se vincularía al fin de semana del Orgullo y se presentaría como “Pride Match”, una cita simbólica en una urbe que presume de diversidad. Tras conocerse que el duelo del 26 de junio de 2026 en el Lumen Field enfrentará precisamente a dos selecciones cuyos Estados persiguen las relaciones entre personas del mismo sexo,
las federaciones han pasado al ataque, han enviado cartas formales y han invocado el artículo de neutralidad de la FIFA
Un partido marcado por el calendario y por las leyes
El Egipto–Irán pertenece al Grupo G del Mundial 2026, que comparte con Bélgica y Nueva Zelanda. El encuentro está programado para el 26 de junio en el Lumen Field de Seattle, último día de competición del grupo y en plena recta final del calendario de la sede, que también acogerá otros tres partidos de primera fase y dos cruces de eliminatorias.
Seattle decidió hace meses que ese día sería su gran “Pride Match”, una especie de paraguas para concentrar actividades vinculadas al Orgullo LGBTQ+ en torno al fútbol: fan fest temático, acciones con colectivos locales y una narrativa de inclusión que conecta con el fin de semana oficial del Orgullo en la ciudad y con la proximidad del aniversario de los disturbios de Stonewall, uno de los hitos de la lucha por los derechos LGTBQ+.
El contraste con la realidad jurídica de los países implicados es frontal. En Irán, las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo están penadas en el Código Penal islámico y pueden acarrear la pena de muerte, junto con castigos como latigazos o largas condenas de prisión. En Egipto, la homosexualidad no aparece como delito específico, pero se castiga de facto mediante leyes de “indecencia” y “libertinaje” que permiten condenas de hasta tres años de cárcel, más multas, contra personas percibidas como parte del colectivo.
La ofensiva de Egipto e Irán: cartas, quejas y apelación a la neutralidad
La Asociación Egipcia de Fútbol remitió este lunes una carta al secretario general de la FIFA, Mattias Grafström, en la que rechaza “en términos absolutos” cualquier actividad vinculada al Orgullo en torno al partido ante Irán. El organismo sostiene que esa narrativa “entra en conflicto directo con los valores culturales, religiosos y sociales” de ambos países y pide que el duelo se centre únicamente en el aspecto deportivo.
El presidente de la Federación de Fútbol de Irán, Mehdi Taj, ha ido un paso más allá en sus declaraciones. Ha calificado la designación como una decisión “irracional” que, a su juicio, “favorece a un grupo concreto” y convierte el partido en un gesto ideológico. Taj ha confirmado que las dos federaciones han elevado su protesta a la FIFA y que planean plantear el asunto en la próxima reunión del Consejo del organismo, donde se deciden cuestiones de competición y protocolo a nivel mundial.
Tanto Egipto como Irán citan el Artículo 4 de los Estatutos de la FIFA, que exige neutralidad en asuntos políticos y sociales y prohíbe la discriminación por motivos de orientación sexual, religión o ideología. Su tesis es que vincular oficialmente un partido del Mundial a una causa determinada, aunque sea de derechos humanos, rompe esa neutralidad y genera un precedente que podría utilizarse en otros contextos con causas muy distintas.
Seattle mantiene el ‘Pride Match’: “Todas las personas son bienvenidas”
Frente a las presiones de las federaciones, el Comité Asesor del Partido del Orgullo de Seattle se mantiene firme. Desde el comité insisten en que la designación es una iniciativa local, ligada a los eventos del Orgullo en la ciudad y diseñada mucho antes de conocer que el duelo enfrentaría a Egipto e Irán, por lo que no se trata de una respuesta específica a la presencia de estos países en el grupo.
En declaraciones a medios especializados en deporte y diversidad, un portavoz del comité ha subrayado que el objetivo del Pride Match es “celebrar y realzar” los eventos del Orgullo en Seattle y en todo Estados Unidos, y que el plan no se modificará. Uno de los miembros del comité, Eric Wahl, ha sintetizado la posición local con un mensaje que ya circula en las redes: “Todas las personas son bienvenidas a ser ellas mismas en Seattle”.
La portavoz del comité organizador local del Mundial en Seattle, Hannah Tadesse, ha remarcado además un matiz jurídico clave: el comité no tiene competencias dentro del estadio ni sobre lo que ocurra en el terreno de juego. Toda la regulación de mensajes, símbolos y protocolos dentro del Lumen Field corresponde a la FIFA y a sus reglamentos de competición. La iniciativa del Pride Match se limita a la ciudad, las fan zones y las actividades paralelas, lo que deja la pelota en el tejado de Zúrich a la hora de decidir si permite o no referencias al Orgullo dentro del recinto.
Una FIFA entre dos fuegos: precedentes de Qatar y presión de derechos humanos
Hasta ahora, la FIFA no ha emitido una respuesta pública a las quejas de Egipto e Irán. El silencio contrasta con la rapidez con la que el organismo intervino en el Mundial de 2022 en Qatar, cuando frenó el uso del brazalete “OneLove” por parte de los capitanes europeos e invocó la necesidad de respetar la cultura del país anfitrión. Aquella decisión fue interpretada por organizaciones de derechos humanos y por parte de la opinión pública como una cesión ante un Estado que criminaliza las relaciones entre personas del mismo sexo.
En Estados Unidos la situación es distinta. El país no solo reconoce derechos al colectivo LGBTQ+, sino que permite que ciudades como Seattle articulen grandes eventos en torno al Orgullo. Esa realidad provoca que el discurso de “respeto a las culturas locales” pueda leerse ahora en sentido inverso: para los organizadores de la sede, retirar la etiqueta de Pride Match sería ignorar la identidad de una ciudad que se define como espacio seguro para las minorías sexuales.
En paralelo, varias ONG y grupos de presión que vigilan la preparación del Mundial 2026 ya habían pedido a la FIFA que garantice una política coherente en materia de derechos humanos, precisamente para evitar acusaciones de doble rasero entre sedes como Qatar y ciudades norteamericanas con legislación muy diferente sobre diversidad sexual.
Derechos LGBTQ+ en juego: del césped a las gradas
Más allá del simbolismo del Pride Match, el choque Egipto–Irán en Seattle vuelve a poner el foco en la seguridad de aficionados y aficionadas LGBTQ+ que viajen al Mundial. Aunque los partidos del grupo se disputan en países donde la homosexualidad no se castiga penalmente, parte de las aficiones procede de Estados con legislaciones muy restrictivas. En el caso de Irán la ley contempla la pena de muerte para determinadas conductas, mientras que en Egipto se han documentado redadas, detenciones y juicios bajo leyes de “libertinaje” contra personas sospechosas de formar parte del colectivo.
Estas circunstancias llevan años preocupando a federaciones, embajadas y grupos de seguidores. Para las organizaciones de derechos humanos, el Pride Match supone una oportunidad para visibilizar esa realidad en un escenario global y recordar que la seguridad de las personas LGBTQ+ no se limita al perímetro del estadio. Para los gobiernos de Egipto e Irán, en cambio, el riesgo está en la apariencia de legitimación de una causa que sus propias leyes consideran delito.
De la gestión de este partido dependerá también el mensaje que la FIFA envíe a futuros torneos sobre la relación entre fútbol y diversidad. Si avala sin matices actividades vinculadas al Orgullo en las sedes que las impulsen, se alineará con una parte de la comunidad internacional que concibe el deporte como altavoz de los derechos humanos. Si restringe o condiciona el Pride Match, reforzará la idea de que la prioridad pasa por evitar roces diplomáticos con Estados que penalizan la homosexualidad y otras formas de disidencia sexual.
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